Mujeres españolas: gran preparación, poca representación

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Solo el 3% de las mujeres son directoras generales.

Parece increíble, pero es cierto. En pleno 2017, y medio siglo después de que las mujeres se hayan incorporado plenamente a la fuerza de trabajo, las llamadas «élites» (puestos de trabajo directivos, con alta responsabilidad) siguen siendo terreno masculino, resistiéndose la presencia femenina en los consejos de administración. Pero, ¿por qué se produce dicha circunstancia?

 

Mujeres españolas: gran preparación, poca representación

 

Uno de los factores que esgrime la revista Forbes es que el tener un «padrino» aún es determinante a la hora de ascender laboralmente. Así, los directivos varones de diferente edad se relacionan más entre sí, lo que podría apuntar a una posible causa de selección posterior para puestos de mayor responsabilidad.

Por tanto, el lenguaje sesgado por el género aún predomina en nuestra sociedad y excluye a las mujeres de los centros de poder. Es llamativo ver cómo el 40% de las mujeres están sobrecualificadas para el cargo que desempeñan. La importancia que el sector femenino da a la formación para el progreso en sus carreras profesionales, además de la infraestimación en ambientes masculinos, llevan a un claro ejemplo de desaprovechamiento del talento en nuestro país.

Así, la representación en los consejos de administración según los sectores no es homogénea. Llama la atención que el sector tecnológico solo tenga un 12% de mujeres en consejos de administración, por encima del sector energético y de bienes de equipo. Sin embargo, si miramos al resto de sectores, los datos son igualmente tristes: en el sector de consumo básico, donde más mujeres están representadas, representan solamente un 17,4% de las élites.

Lo peor es que la presencia de mujeres directivas no solo no ha aumentado, sino que incluso ha disminuido en los años de la crisis. Según El País, que cita un estudio de la consultora ICSA y la escuela de negocios EADA, la proporción de directivas ha caído casi 8 puntos de 2008 hasta 2006: han pasado de ser un 19,5% a tan solo un 11’8%. Como si no fuera un dato lo suficientemente negativo, el estudio también indica que los salarios de las mujeres también han disminuido con respecto a los de los varones: ahora, cobran un 17% menos; antes cobraban un 11’9% menos.

Estos datos nos revelan la tendencia masculinizadora del liderazgo, que no permite que el talento femenino pueda marcar sus propias pautas. Cabría preguntarnos si las directivas aplican patrones de mando masculinos o si, por el contrario, marcan su propio estilo en el liderazgo.

Lo que está claro es que por muy tímidos que sean los progresos que se hayan realizado en este ámbito, deben seguir haciéndose esfuerzos por fomentar el talento femenino. Así, la discutida ley de cuotas o la aplicación de políticas de discriminación positiva, siempre tan cuestionadas, siguen siendo necesarias para cambiar una tendencia centenaria, demasiado arraigada en nuestra sociedad.

 

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