Historia del comercio electrónico

Historia del comercio electrónico
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El comercio electrónico o comercio online se encuentra totalmente integrado en nuestra vida. Parece como si llevara con nosotros mucho tiempo, pero en realidad no es así: se trata de un avance bastante reciente que la mayoría de nosotros hemos visto surgir y crecer.

Se define el comercio electrónico como la compra o venta de productos o servicios a través de medios electrónicos, principalmente a través de internet.

Es decir, el término engloba el hecho de la compra/venta, el modo en el que se realizan las actividades y las tecnologías que se utilizan. Además, en este tipo de compras entra en juego el pago remoto, a través de medios de pago electrónicos. 

Hoy dedicamos el post a hablar de la historia del comercio electrónico.

Antecedentes del ecommerce

Podemos situar el origen del comercio electrónico a finales del siglo XIX en Estados Unidos. Algunos grandes almacenes, como Sears, Eaton y algunas cadenas de distribución de bienes, comenzaron a desarrollar sistemas de venta por catálogo.

La venta por catálogo es un sistema de distribución comercial que permitiría la venta directa de productos o servicios, utilizando métodos de envío, como el correo ordinario o las agencias de transporte. El comprador solo necesitaba haber  visto previamente los productos en el catálogo

Se dice que el primer creador de catálogos fue Benjamin Franklin. En 1744, creó el concepto de la venta por correspondencia con su catálogo de libros científicos y académicos. 

Mucho más tarde, en 1872, la empresa Montgomery Ward produjo la primera versión en una hoja de papel, con un listado de precios y unas instrucciones de pedido.

Veinte años más tarde, este listado creció, llegando a abarcar 20.000 productos en un libro ilustrado. 

El siglo XX

El hecho de que en 1914 se inventara la tarjeta de crédito tuvo un impacto muy relevante en el avance del comercio electrónico. La creadora de la tarjeta fue Western Union, una empresa de transferencia de dinero. Sin embargo, no fue hasta media década más tarde cuando el gran público se dio cuenta de la utilidad de este nuevo sistema de pago.

Los primeros pasos del comercio como lo conocemos hoy en día, usando los medios digitales, tenían por objeto el intercambio financiero y la compra/venta de datos.

En paralelo, la venta por catálogo emigró del sistema postal hacia la televisión, popularizándose en los Estados Unidos y en algunos países de Europa en lo que se denominó “teletienda”. 

En 1960, se inventó el Electronic Data Interchange o EDI, una plataforma que asistía a las empresas a transmitir datos financieros de manera electrónica, como órdenes de compra y facturas.

Habitualmente se distinguen varios tipos de comercio electrónico atendiendo a la naturaleza de comprador y vendedor:

  • B2B: cuando el comprador es otra empresa.
  •  B2C: cuando el destinatario de la venta es el consumidor.

En 1981, la agencia de viajes Thompson Holidays realizó la primera venta online B2B, cuando conectó a sus agentes de viajes para que pudieran acceder en tiempo real a su catálogo disponible y poder ofrecerlo a sus clientes.

Ocho años después, se creó la World Wide Web (WWW), que permitió que internet comenzara a usarse por parte de particulares (al comienzo, solo unos privilegiados). 

Otro hito del sector se produjo en septiembre de 1993: la Global Network Navigator vendió el primer anuncio en internet a un despacho de abogados en Silicon Valley.

Los grandes cambios 

En este cambio de era, quizás uno de los grandes cambios es que comprador y vendedor no se encuentran “frente a frente”, lo que ya de por sí significó una tremenda innovación en el comercio. 

El comprador, en su casa, seleccionaba productos en revistas (“catálogos”) a través de las fotografías y descripciones, sin tener una experiencia directa de los objetos que adquiría, ni contacto con el vendedor. El comprador, por tanto, ganaba en comodidad y confiaba en la buena práctica del vendedor, que usando este nuevo canal tenía la posibilidad de abrir nuevos mercados y segmentos en la población. 

Desde el punto de vista del comprador, la comodidad y la inmediatez de todo el proceso fueron la clave del éxito. También se acortaron los desplazamientos, el cliente no tenía por qué desplazarse a ningún lugar para comprar un producto o comparar tiendas. De esta manera, la competitividad se hizo mayor y más transparente. Una vez superadas las iniciales y normales prevenciones frente al método de compra (normalmente centradas en la seguridad de las transacciones), las ventajas se hicieron evidentes para el usuario. 

Desde el punto de vista de la empresa de venta del producto o servicio, contar con un portal de comercio electrónico suponía una optimización de sus propios recursos, ya que podría complementar y, en ocasiones, hasta sustituir a las tiendas físicas (mucho más caras de mantener).

El comercio electrónico moderno
El comercio electrónico moderno. Fotografía de Unsplash.

En el propio portal y a través del registro de clientes se pueden implementar espacios de venta personalizados –imposibles de llevar a cabo a esa escala en las tiendas físicas–, mejorando la imagen de modernidad y eficiencia del negocio.

Al tener obligatoriamente automatizados los procesos de toma de información y gestión de pedidos a través del portal web, se optimizan también los procesos logísticos y, al final, se consigue un conocimiento profundo de los clientes, de sus niveles de satisfacción y de sus comportamientos comerciales.

Otro gran cambio gracias a la informatización de las ventas es la invención e incorporación del precio dinámico o dynamic pricing. Se trata de sistemas dinámicos nutridos de Big Data que ajustan los precios del servicio puesto en venta analizando múltiples variables. Es decir, muestra un precio u otro al usuario según sus características o las circunstancias de la empresa (escasez o no de oferta, por ejemplo). Esto es muy común en las operadoras eléctricas, las aerolíneas, las agencias de viajes, las compañías de seguros o los portales webs de venta como marketplaces. 

Presente y futuro 

Ya en 2016, más de la mitad de la población había realizado alguna transacción comercial a través de internet usando el comercio electrónico. El gasto medio era de unos  680 dólares anuales por persona.

Antes de vivir la situación actual de la pandemia se estimaba que en 2021, el gasto medio anual de los usuarios de comercio electrónico subiría hasta los 800 dólares.

La pandemia ha acelerado brutalmente la progresión del comercio electrónico. De hecho, es un gran aliado del distanciamiento social y del “quédate en casa”, y ha convencido hasta a los más reticentes o desconfiados hacia la realización de compras online. Según datos de ASEDAS, la Asociación de Empresas de Supermercados, el covid-19 ha reducido un 8% el porcentaje de compradores que jamás habían realizado una compra de alimentación de forma online.

Este crecimiento no tiene el mismo impacto en todos los sectores, evidentemente. La alimentación, la moda, la electrónica, los productos del hogar, la belleza y la parafarmacia son algunos de los que se han visto beneficiados mientras que, por razones obvias, el turismo y las aerolíneas han reducido sus ventas.

Lógicamente, estos patrones de venta son distintos según el país en el que nos situemos. A nivel mundial, la previsión para los próximos años es que el mayor número de compradores de comercio electrónico se sitúe en China, India y Estados Unidos, con China casi triplicando las cifras del siguiente país en el ranking.

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